La respuesta fue un gran y rotundo ¡NO! Así que decidí hacer algo.

Empecé a hacer pilates, tenía cero fuerza y me desconcentraba un montón, pero con la práctica mejoré. Luego probé el yoga y me encantó su parte espiritual. Una amiga me presentó la meditación y el reiki porque mi mente iba siempre a mil y eso me ayudó a encontrar la calma.

Dejar de ver estas prácticas como una pérdida de tiempo fue mi mayor reto. La historia en mi cabeza era que “no tenía tiempo” para detenerme y descansar. Hoy sé que esos “no tengo tiempo ni para comer” y “todo es urgente” eran realmente miedo al fracaso; ese miedo me empujaba a “trabajar” como loca. Gradualmente aprendí a manejar mi estrés, ya no me salto las comidas y sé qué hacer en momentos estresantes.

Cuando empiezas a cuidar de ti y a sentir la diferencia, te entusiasmas y quieres que todos los que conoces lo hagan también.

Empiezas arrastrando a familiares y amigos a clases y además, se encendieron mi pasión por aprender y mi vena emprendedora: fundé una tienda de productos de bienestar, tomé los cursos y empecé a darles clases de pilates a mis amigas, co-fundé el primer festival de yoga en Panamá, seguí preparándome y me certifiqué en reiki.

Amo aprender y disfruto compartir lo que aprendo, sobre todo si se trata de estar mejor y de hackearnos a nosotros mismos para estar tranquilos. Así que un día, al terminar de dictar un webinar, con mucha naturalidad y en plena pandemia, le dije a Ivi: “¿por qué no hacemos un curso online con esto?, creo que se necesita.” Y heme aquí contándote cómo empezó Hackea el Estrés. Desde entonces, hemos ayudado a cientos de personas a integrar herramientas para lograr la paz y la calma toda la vida. Te invito a conocer todos los cursos y programas que tenemos disponibles, seguro hay uno que te puede ayudar.